Jugar
En una de las últimas clases de cultura salió el tema de los juegos tradicionales. De que los niños de hoy en día, lo único que quieren es llegar a casa y jugar a la Nintendo o jugar con el móvil, con 9 años sí. En otros tiempos salías a la calle, te ponías el plumas si hacía frío y jugabas a las canicas, al escondite e incluso a la Rayuela.
Cuando nosotros eramos pequeños y estábamos en casa, nos encantaba inventarnos nuestras propias historias con los peluches o muñecos. Utilizábamos cualquier cosa que encontrásemos por la habitación para jugar.
Puede que fuesen otros tiempos a estos, pero yo al menos tengo la sensación de que a día de hoy a los niños se les ha olvidado lo que es jugar, ese aspecto cultural no lo tienen, jugar con muñecos de peluche o de plástico, crearte una casa o habitación con mantas y almohadas y el flexo e imaginar que estas en algún refugio, yo me lo pasaba pipa.
Ahora que han evolucionado tanto las tecnologías y las tenemos tan a nuestro alcance, los padres les ponen un juego en el móvil, se entretienen y así ya no dan la brasa. A los niños de ahora les cuesta mucho más pasárselo bien y es por que en gran parte los padres les han quitado la oportunidad de ser creativos e imaginativos en cuanto a juegos, se lo damos todo preparado con el ordenador, la play y el móvil. Ya no vemos en la calle a los niños jugando a juegos tradicionales, ahora les vemos a todos en corrillo con los móviles.
Recuerdo que tenía las muñecas Brazt y me divertía un montón jugando, me inventaba historias diferentes, les cambiaba de ropa, peinaba y les llevaba de vacaciones a la playa, cuando quería darme cuenta venía mi madre a decirme que era hora de cenar. Se me pasaba el tiempo volando.
Disfrutaba mucho también cuando iba a casa de mis primos, jugaba con ellos a los "Transformers" aunque tengo que decir que me parecía un poco aburrido. Lo que más me gustaba era jugar con ellos a los "Playmobil", una línea de juguetes de plástico. Tenían una casa grande, con un asa en la parte superior para poder llevártela por ahí, un camión de la ambulancia, una moto y coche patrulla de policía... una pasada. Tenían miles de personajes, desde un vaquero con su caballo hasta perros y gatos, una profesora, bomberos... era increíble la verdad. El fin de semana que me quedaba con ellos y me enseñaban alguno nuevo que se habían comprado mi sonrisa aparecía y ya estaba esperando el momento para empezar a jugar.
Creo que no me equivoco, pero si me pongo a pensar en mi infancia y el tiempo que pasaba jugando, mis mejores recuerdos son estos, jugando en mi casa montándome mis propias películas, yendo a casa de mis primos a jugar a los Playmobil, salir los domingos con ellos al parque y jugar partidos de fútbol con los del barrio. Si pudiera volver al pasado y repetir lo haría sin dudar.
Con esto no quiere decir que los niños de ahora no sepan jugar, pero les estamos quitando lo más valioso que es la creatividad, y en parte, nosotros tenemos nuestra responsabilidad. Incluso la sociedad, a través de los medios de comunicación, publicidad y redes sociales. Cada día nos bombardean con la idea de comprar y consumir. Por es, deberíamos dedicar un tiempo a la semana a que jueguen ellos solos y con nosotros, pero sin tener a la vista ningún aparato electrónico. Así serían conscientes y podrían sentir esa felicidad que ahora mismo están perdiendo.
Recuerdo también que de pequeña me daba un poco de cosa irme de campamentos, aunque fuese con mi hermana, pero la idea de alejarme de mis padres no me gustaba, pero luego en cuanto llegaba al campamento y conocía a otros niños se me olvidaba echar de menos. Nos divertíamos jugando al pañuelo, a los relevos, a las pirámides y las veladas nocturnas eran sin duda algo genial.
Desde mi punto de vista, el poder transmitir cierto valores a los niños, hacerles conscientes de que se pueden divertir y aprender cosas, además de conocerse a ellos mismos, me parece increíble, hacerles ver que estás ahí para ayudarles, que pueden contar contigo. Todo esto es algo que aprendí tras hacer el cuso de Monitor de Ocio y Tiempo libre. No sólo disfrutas con los niños sino con el resto de monitores, lo vives desde otra perspectiva siendo monitora.
Este verano trabajando como monitora en el camping de Fuentes Blancas de Burgos, a parte de ser mi primera experiencia en el mundo laboral, he aprendido bastantes cosas: la relación monitor-niño, los límites tienes que dejarlos bien marcados; cada niño es diferente y ha recibido una educación distinta, no reñirles, hacerles ver que pueden hacerlo de otra manera y después decirles algo positivo; darles la enhorabuena cuando han ganado o lo han echo bien, y por último, si se encuentran mal o se han enfadado darles su espacio, pero hacerles ver que estas ahí, mostrarte cercano y con confianza.
En definitiva, todos estamos conectados a las tecnologías, tanto los más pequeños, como los jóvenes y adultos, por eso, podemos tomar medidas, ponernos un límite de tiempo para usarlas, hacer un uso más culto e inteligente y que nos haga crecer culturalmente.
Puede que fuesen otros tiempos a estos, pero yo al menos tengo la sensación de que a día de hoy a los niños se les ha olvidado lo que es jugar, ese aspecto cultural no lo tienen, jugar con muñecos de peluche o de plástico, crearte una casa o habitación con mantas y almohadas y el flexo e imaginar que estas en algún refugio, yo me lo pasaba pipa.
Ahora que han evolucionado tanto las tecnologías y las tenemos tan a nuestro alcance, los padres les ponen un juego en el móvil, se entretienen y así ya no dan la brasa. A los niños de ahora les cuesta mucho más pasárselo bien y es por que en gran parte los padres les han quitado la oportunidad de ser creativos e imaginativos en cuanto a juegos, se lo damos todo preparado con el ordenador, la play y el móvil. Ya no vemos en la calle a los niños jugando a juegos tradicionales, ahora les vemos a todos en corrillo con los móviles.
Recuerdo que tenía las muñecas Brazt y me divertía un montón jugando, me inventaba historias diferentes, les cambiaba de ropa, peinaba y les llevaba de vacaciones a la playa, cuando quería darme cuenta venía mi madre a decirme que era hora de cenar. Se me pasaba el tiempo volando.
Disfrutaba mucho también cuando iba a casa de mis primos, jugaba con ellos a los "Transformers" aunque tengo que decir que me parecía un poco aburrido. Lo que más me gustaba era jugar con ellos a los "Playmobil", una línea de juguetes de plástico. Tenían una casa grande, con un asa en la parte superior para poder llevártela por ahí, un camión de la ambulancia, una moto y coche patrulla de policía... una pasada. Tenían miles de personajes, desde un vaquero con su caballo hasta perros y gatos, una profesora, bomberos... era increíble la verdad. El fin de semana que me quedaba con ellos y me enseñaban alguno nuevo que se habían comprado mi sonrisa aparecía y ya estaba esperando el momento para empezar a jugar.
Creo que no me equivoco, pero si me pongo a pensar en mi infancia y el tiempo que pasaba jugando, mis mejores recuerdos son estos, jugando en mi casa montándome mis propias películas, yendo a casa de mis primos a jugar a los Playmobil, salir los domingos con ellos al parque y jugar partidos de fútbol con los del barrio. Si pudiera volver al pasado y repetir lo haría sin dudar.
Con esto no quiere decir que los niños de ahora no sepan jugar, pero les estamos quitando lo más valioso que es la creatividad, y en parte, nosotros tenemos nuestra responsabilidad. Incluso la sociedad, a través de los medios de comunicación, publicidad y redes sociales. Cada día nos bombardean con la idea de comprar y consumir. Por es, deberíamos dedicar un tiempo a la semana a que jueguen ellos solos y con nosotros, pero sin tener a la vista ningún aparato electrónico. Así serían conscientes y podrían sentir esa felicidad que ahora mismo están perdiendo.
Recuerdo también que de pequeña me daba un poco de cosa irme de campamentos, aunque fuese con mi hermana, pero la idea de alejarme de mis padres no me gustaba, pero luego en cuanto llegaba al campamento y conocía a otros niños se me olvidaba echar de menos. Nos divertíamos jugando al pañuelo, a los relevos, a las pirámides y las veladas nocturnas eran sin duda algo genial.
Desde mi punto de vista, el poder transmitir cierto valores a los niños, hacerles conscientes de que se pueden divertir y aprender cosas, además de conocerse a ellos mismos, me parece increíble, hacerles ver que estás ahí para ayudarles, que pueden contar contigo. Todo esto es algo que aprendí tras hacer el cuso de Monitor de Ocio y Tiempo libre. No sólo disfrutas con los niños sino con el resto de monitores, lo vives desde otra perspectiva siendo monitora.
Este verano trabajando como monitora en el camping de Fuentes Blancas de Burgos, a parte de ser mi primera experiencia en el mundo laboral, he aprendido bastantes cosas: la relación monitor-niño, los límites tienes que dejarlos bien marcados; cada niño es diferente y ha recibido una educación distinta, no reñirles, hacerles ver que pueden hacerlo de otra manera y después decirles algo positivo; darles la enhorabuena cuando han ganado o lo han echo bien, y por último, si se encuentran mal o se han enfadado darles su espacio, pero hacerles ver que estas ahí, mostrarte cercano y con confianza.
En definitiva, todos estamos conectados a las tecnologías, tanto los más pequeños, como los jóvenes y adultos, por eso, podemos tomar medidas, ponernos un límite de tiempo para usarlas, hacer un uso más culto e inteligente y que nos haga crecer culturalmente.
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